Los anteojos

Escrito por @josernitos

Los anteojos son artefactos mágicos. Ilusionistas por excelencia. Nos los ponemos e inmediatamente somos víctimas de sus encantos. Son tan poderosos que pocas veces nos damos cuenta de su hechizo. Como cuando se nos empañan, o cuando están sucios, o en los pequeños instantes que les notamos el marco. Pero fuera de esos micro-momentos, vivimos bajo sus poderes. No tenemos opción, es eso, o cirugía.

Este es un video hecho gif. Lo tomé un día jugando con los anteojos. Se ve como juego con la refracción de la luz y como se deforma la imagen del fondo.

Identificar que necesitamos anteojos es extraño. ¿Cómo cuestionar nuestros propios sentidos? Sólo viendo a otres niñes nos damos cuenta de que algo nos pasa. Cosas cotidianas como que no podemos leer las palabras de una pizarra, o los subtítulos de una película, o porque mencionamos la linda forma que vemos las luces en la noche. Sólo hasta ese momento, tenemos la osadía de cuestionar nuestra vista.

Recuerdo las primeras veces que fui al oftalmólogo, usar esa máquina, poner mi barbilla y ver un globo aerostático. Siempre me preguntaba ¿por qué un globo aerostático si nunca he visto uno? ¿cómo ayuda eso? ¿y en general cómo se supone que este proceso de poner más vidrios o menos me va ayudar? Para el octavo cambio ya no recordaba ninguno de los pasados. Me parecía un proceso confuso. Aunque, de toda la cita, siempre me sentí cómodo cuando me preguntaban cuáles letras podía identificar o simplemente mencionar que no podía. No sé, a diferencia del globo, sentía que podía contestar con certeza.

Con el tiempo, la cita obligatoria dejó de ser misteriosa. Y más bien me daba gracia el cambio de rol que esta persona engendraba en tan pocos minutos. Pasando de ser una fuente de conocimiento científico y preciso sobre cómo funcionan mis ojos a una opinión subjetiva de cómo me veo con ciertos lentes. Convirtiéndose en una experta de las formas de la cabeza, de las cualidades que tiene cada lente y de saber el mejor estilo según el contexto de uso. Entre recomendaciones y juicios de valor, me guía a escoger el marco y el tipo de lente que debería elegir según lo que sabe de mí y lo que puedo pagar. Sin duda, nada sencillo.

Un recopilado de fotos de anteojos. Hay de todos los tamaños, tipos y formas.

La espera de unos anteojos nuevos es inversamente proporcional a nuestra preparación para ese momento. Si aún nos sirven los últimos lentes que habíamos comprado... de fijo nos emocionamos por poder usarlos. Pero, si estamos usando unos lentes con un remedio estilo MacGyver que pudimos inventarnos, o si estamos reviviendo la persona que eramos hace 5 años o más, esa espera se siente como una eternidad.

La emoción se acumula por cada día que esperamos. No hay nada como unos anteojos nuevos: el vidrio totalmente limpio y sin rayones, las patas lisas y parejas, las bisagras funcionando a la perfección, hasta el pañito que nunca volveré a usar. Es todo un ritual. Me encanta el momento que abro el estuche, como si fuera un tesoro. Y ahí están, los anteojos que tanto hemos esperado. Indudablemente un momento especial.

Seis fotos de anteojos. Estos en particular, se ven como nuevos. Algunos con un reflejo en su vidrio, bien cuidados y con un fondo limpio.

La primera vez que los usamos, es muy divertido. Es nuestra licencia a redescubrir el mundo. No sólo porque es una buena práctica y así podemos notar alguna imperfección en el lente, sino porque no lo podemos evitar. Vemos hacia el horizonte. Nos quitamos los lentes. Observamos. Comparamos. Lo volvemos hacer. ¿Qué tan diferentes son? Nos ponemos los anteojos viejos. Comparamos. Vemos objetos cercanos. Comparamos. ¿Cómo es posible que usábamos esos lentes tan rayados? ¿Cómo aceptábamos ver el mundo de esa forma?

Agh. La curiosidad de la vista. Lastimosamente esa curiosidad se transforma poco a poco en la misma realidad de siempre. Nos acostumbramos a usarlos y al pasar los días dejamos de notar esas lindas y pequeñas diferencias. Y, listo, no hay vuelta atrás. Los anteojos nos volvieron a hechizar. Aunque nos demos cuenta que los ensuciamos porque los tocamos con los dedos o chocamos los lentes con una mejilla al besar a alguien, simplemente asumimos los lentes como parte de nuestra cotidianeidad. A tal punto que incluso somos capaces de meternos a la ducha con ellos sin darnos cuenta.

Dos vidrios que se sostienen por un marco y reposa en nuestras orejas. Los anteojos me intrigan. Nos permiten ver con claridad y detalle nuestra existencia. Nos acompañan desde que nos despertamos hasta que nos vamos a dormir. Con ellos podemos ver objetos, personas y eventos. Nos permiten reconocer detalles para luego poder recordarlos. Son básicos para nuestra vida. Y creo que por eso nos dejamos persuadir y hechizar. Por todos sus encantos y poderes.


Este es el segundo mini-ensayo que publico sobre objetos. El primero fue sobre La Espátula, por si gusta leerlo. :)

También he escrito otros textos, los cuales intento recopilarlos en: txt.josernitos.com.

Por último, este contenido no habría sido posible sin las fotos de: Adriana, Alberto, Andrea, Carlos, Eliana, Felipe, Fernanda, Gabriela, Glory, Irene, Jorge Arango, Jose Luis, Joyce, Leo, Majo, María, Melissa, Mildred, Priz, Raquel, Riri, Roberth, Sofía, Sol, Tomás de Camino y Valeria.

También agradezco a Federico por ayudarme a pulir el código y a Leo que me señaló dos horrores gramaticales.

¡Gracias por enviarme fotos de sus anteojos! <3

Pueden ver todas las fotos por acá ↠ ↠

listado de todas las imágenes que me enviaron